viernes, 20 de agosto de 2010

Vaginismo, el miedo a la penetración

Desde diferentes épocas historicas, la humanidad ha pretendido mejorar las técnicas amorosas intentando conseguir un mayor placer y satisfacción sexual. Sin embargo, siempre ha existido un especial interés hacia el comportamiento sexual anómalo y sus consecuencias, siendo frecuentes las dificultades que tienen muchas personas para conseguir una adecuada satisfacción en su vida sexual. Así, tal y como afirma Labrador (1987), "las disfunciones sexuales son un conjunto de problemas de índole diversa que impiden o dificulta a la persona disfrutar de forma satisfactoria de la sexualidad". La investigación de Master y Johnson (1966) ha aportado la información básica para el actual abordaje diagnóstico y terapéutico de estas disfunciones ante la estimulación sexual, interna o externa.

Una de las disfunciones sexuales que le ocurren a la mujer es el vaginismo, clasificado por el DSM-IV como uno de los trastornos sexuales por dolor. El vaginismo se da cuando existe una gran dificultad para conseguir una penetración normal durante el acto sexual, pues la vagina se contrae involuntariamente, no permitiendo el paso del pene. Esta rigidez del músculo vaginal provoca dolor en la mujer.


La causa principal de este trastorno es el miedo, un temor desproporcionado y, en ocasiones,  irracional, causado por posibles factores como una educación estricta llena de prohibiciones, sentimientos de culpabilidad causados por conductas incestuosas durante la infancia o una primera tentativa de relaciones sexuales dolorosas o traumatizantes, entre otros.

El tratamiento del vaginismo es breve y sencillo, obteniendo una de las más altas cotas de eficacia de la terapia sexual. Así, se pretende eliminar temores e ideas irracionales de la mujer acerca de los propios genitales, especialmente la idea irracional de que la vagina es demasiado pequeña para albergar el pene, así como la idea de que la penetración produce molestia o dolor. Se pretende también lograr el autocontrol de la mujer sobre su musculatura perivaginal y extinguir la contracción refleja (involuntaria) de los músculos perivaginales ante la inserción del pene.

Tras una serie de tareas individuales que llevaría a cabo sólo la mujer, más una serie de tareas conjuntas con su pareja (las cuales conforman el tratamiento del vaginismo), si se llega a tener una penetración libre de molestias y ansiedad, el problema estará solucionado.